miércoles, 27 de agosto de 2014

Si te diesen un libro que relata toda tu vida, ¿lo leerías hasta el final?

La mayoría se lo pensaría dos veces. Tener un gran spoiler durante toda nuestra vida o resistir las ganas de saber cómo solucionar algo en un momento determinado. Vamos a analizar las diferentes opciones:

No leemos el libro

Nos deshacemos de él:

Decidimos no caer en la tentación y vivir la vida tal y cómo es, sin avisos, sin soluciones de emergencia: con desconocimiento e ingenuidad. De esta manera podremos vivir intensamente, experimentar de primera mano los eventos a los que asistimos y por primera vez.
Quizás decidamos regalárselo a alguien de confianza.

Lo guardamos por si cambiamos de opinión:

En este caso no tenemos claro que no queramos leerlo. El libro está ahí, en la estantería del salón o bajo siete llaves en el sótano. Vivimos constantemente con la sensación de que está ahí, de que todas las soluciones a tus problemas están ahí. El hecho de que no nos hayamos deshecho del libro muestra claramente que solo necesitamos un aliciente para embarcarnos en la lectura.

Leemos el libro

Lo leemos de principio a fin como si fuese cualquier otro libro

Revivimos nuestra infancia, nuestra juventud e inevitablemente llegamos al punto en el que nos sentamos a leer el libro. Leemos el futuro y a medida que vamos acercándonos a la última hoja nos enfadaremos nos alegraremos y viviremos en un par de horas el resto de nuestra vida. Notaremos cómo nuestra vida se desliza a cada página y se nos secará la garganta a medida que las páginas se acumulan en la mitad izquierda. Una vez sepamos nuestro final no pensaremos en otra cosa. Intentaremos cambiar cada detalle que no nos gustó en el libro. 

Intentaremos cambiar algo, un accidente con el coche, una ruptura amorosa... En algún momento el libro deja de ser útil ya que hemos evitado tantos detalles que el efecto mariposa ha cambiado nuestro futuro. O quizás el destino sería poderoso y las cosas acabarían pasando de una manera o otra.

Leemos el libro hasta el momento en el que nos sentamos a leerlo

Solamente queremos rememorar viejos tiempos y al llegar al capítulo en el que empezamos el futuro, dejamos el libro de lado. Sopesamos el número de páginas restantes y no tomamos el libro hasta que haya pasado cierto tiempo e ir avanzando en la lectura cuando algo ya ha pasado.

El libro no es un libro normal

Un libro que predice el futuro no es un libro normal. Quizás si leemos el libro y hacemos algo diferente a lo que predice, el libro cambie de argumento. El hecho de saber qué viene modificará nuestras elecciones. 
O quizás, el libro ni siquiera prediga el futuro, al llegar al momento en el que leemos el libro este simplemente está en blanco y mientras comprobamos que no hay nada en las páginas un pequeño párrafo se escriba "al llegar a la página que relataba su presente, se encontró con páginas en blanco". 

Leemos la última hoja

Si al final de la obra el protagonista se siente feliz, satisfecho y realizado, nos deshacemos del libro. Nadie quiere cambiar un final feliz.


Cada persona puede hacer muchas cosas con un libro sobre su vida. Pero la pregunta fundamental es ¿qué harías tú?


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